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Características del TEA

Iniciación y respuesta social

Esta varía desde una ausencia de iniciación social que se caracteriza por no hablar o interactuar con otras personas, hasta un exceso de iniciación social. Así mismo existen dificultades para comprender las intenciones y emociones de los demás, por ende, hay conflictos en la reciprocidad socioemocional llevando a una escasa flexibilidad para adaptarse a las necesidades interactivas y que la comunicación fluya.

Se puede explicar esta característica en tipos de conducta específicos como lo son: total ausencia de interés por los demás, contacto visual atípico: o apenas lo establecen o miran a los demás durante demasiado tiempo, falta de reciprocidad: no saben esperar su turno para hablar; no entran en el diálogo, solo articulan monólogos; dificultades para anticipar como se sentirá alguien o lo que podría pensar; dificultades para interpretar las expresiones del rostro, voz o postura de los demás; habla repetitiva; uso de neologismos; entienden lo que se les dice literalmente; utilizan el lenguaje de manera inapropiada en contextos sociales (anomalías pragmáticas) (Baron-Cohen, 2012)

Intereses restringidos y conductas repetitivas

Pueden incluir la inflexibilidad del pensamiento o conducta, rituales ya sean verbales o conductuales, por ejemplo, un orden especifico al realizar una acción. También las estereotipias motoras y verbales se presentan a menudo en el autismo asociado a estados emocionales diversos, pueden ser tanto positivos como negativos. En los TEA también aparecen los intereses restringidos y fijos entendidos como intereses intensos y no funcionales con cualidad repetitiva y no social (Hervás Zúñiga, 2016).

Algunas conductas que explican esta característica son: aleteo con las manos; giros sobre sí mismos, intereses obsesivos por ejemplo tocarlo todo, coleccionar piedras o palitos, reunir información sobre algún tema, etc; alinear las cosas, hacer girar objetos (llantas de un carrito); rabietas ante los cambios; necesidad de que las cosas se repitan de forma idéntica (Baron-Cohen, 2012).

Alrededor de los dos años se pueden reconocer los síntomas asociados a los TEA, sin embargo, en algunos casos pueden observarse antes. Una de las características observadas son las dificultades en las habilidades sociales, no miran las caras ni los ojos de los adultos como lo haría un niño neurotípico (Lauttia et al., 2019).